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-Pasa algo?- preguntó una voz femenina, segundos después entró la chica al cuarto. -Medio tarde para que sigas en la cama.-
El muchacho se volteó a mirarla, el sol reflejado en su piel oscura contrastaba con las rastas rosadas y la remera blanca varios talles mayor que ella.
-No tengo derecho a quedarme dormido de vez en cuando?- Formó una sonrisa que no llegó a sus ojos.
La chica se apoyó en el marco de la puerta. -Lo que no tenés derecho es a mentirme tan descaradamente.- respondió en su característico tono cuando quería decir algo serio pero lo hacía pasar por una broma.
Él se quedó en silencio ante eso.
-Dale, tengo una hora antes de ir al local.- Se sentó a su lado en la cama. -Qué pasa?-
-No sé cómo decir esto sin sonar loco.- murmuró.
-Yachu, ya cruzamos ese puente hace rato.-
Se mordió el labio dudando antes de contestar. -En el gran esquema de las cosas... Creés que nuestras almas valen algo?-
La chica soltó una carcajada pero en seguida recuperó la compostura. -Empezando el día para arriba, al parecer.-
-Es que...- el muchacho bajó la mirada, organizando sus pensamientos -tiene que haber algo como almas, no? Por algo hay fantasmas. Cualquiera puede ver un pokemon fantasma, pero solo yo puedo ver a las personas. Y hay muchos pokemon fantasma más. Y algunos de ellos eran personas. Eso significa que las almas de los pokemon son más fuertes? Que valen más?- Se pasó la mano por el pelo, respirando un poco agitado. -Qué pasa si lo único que le sigue a la vida es quedarse en éste mundo? Sino, quién se queda? La mayoría de la gente cree que fuimos creados por un pokemon. Qué dice eso de nosotros?-
-La mayoría de la gente...- repitió luego de unos segundos, -como yo?-
El muchacho suspiró. -Sabés que no quise decir eso.-
-Mirá, a mí me enseñaron que estábamos bastante bajos en la jerarquía, lo que es medio gracioso cuando lo pensás bien.- se rió. El muchacho intentó devolverle la sonrisa, aunque se veía claramente angustiado todavía. -Pero no podes dejar que esas preguntas te pongan así.- Tomó su mano. -Tenemos valor sin importar qué pase después de nuestra vida.-
-Y entonces qué haces?- respondió, su voz aún tensa.
-En algún punto... todos creemos lo que nos haga sentir mejor. Ya sea porque queremos creer que todo tiene un significado o porque queremos creer que no hay retribución por las cosas que hacemos.-
El muchacho hizo una mueca. -Bueno, tampoco es que creo que no hay NINGUNA consecuencia solo porque no existe un dios--
-Ya sé, ya sé, no voy a fingir que entiendo el quilombo de creencias que te armaste por tus poderes.- Hizo un ademán con la mano libre. -A eso voy, no podés forzar algo que no te cierre, no importa lo que te diga. Yo quiero creer que mi hermana está en un mejor lugar, no te parece?-
Él se quedó en silencio, mirando sus dedos enlazados.
-Supongo.- soltó por lo bajo después de unos segundos.
-Dale, arriba.- dijo la chica en un tono más alegre. -Encontré una receta de panqueques que te va a encantar!-
Le dio un beso en la mejilla y salió del cuarto. El muchacho se quedó mirando la puerta un rato, y respiró profundo antes de seguirla.