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Se encontraron en lo que solía ser un pequeño parque alrededor de una antigua capilla, ahora prácticamente un baldío. Otro rincón olvidado del pueblo, tan descuidado que en ciertas zonas los pastizales habían crecido a altura suficiente para que algunos pokemon se escondieran dentro. La gente solo lo bordeaba caminando, sin intenciones de quedarse ahí, dándoles suficiente privacidad. A pesar de eso, el único lugar protegido del sol primaveral de mediodía era un banco de piedra detrás del edificio.
Caminaron en silencio y hubo una pausa al sentarse, en la que ninguno de los dos tenía ganas de romper la paz momentánea. El chico pelirrojo encendió un cigarrillo y le dio una pitada antes de ofrecerlo. Esta vez el muchacho lo aceptó.
-Bueno... Ahora sí.- El morocho exhaló el humo. Sus ojeras se veían más marcadas que de costumbre. -Qué querés?-
El chico lo miró a través de la nube, sin estar seguro de cómo reaccionar. -Esa pregunta la tendría que estar haciendo yo.-
-Mhm?- Le devolvió el cigarrillo, cruzando la prudente distancia entre los dos.
-En serio? Hace un mes que me ignorás. Me tomé el día en el laburo para venir a hablar, y así me contestás?-
-Estoy seguro que podés adivinar porqué.-
El tono de la respuesta lo hizo encogerse un poco. -Había... estado complicado esa noche.- admitió antes de volver a fumar.
-Seh, como siempre.- Puso los ojos en blanco
Aunque aún se veía avergonzado, eso claramente le molestó. -Tu zapallo me atacó.-
-Ya te había dicho que no vengas a mi casa. Qué tan difícil te era respetar UN límite?-
-Decime lo que sí querés que haga, entonces.- respondió ya sonando casi desesperado
-Nunca te disculpaste, para empezar. No realmente.-
-Ah que yo me siga disculpando?!- elevó la voz. -Vos sos el que se fue a la mierda y me dejó a enfrentar toda esta basura solo. Pero ahora resulta que yo tengo que tengo que estar arrastrándome de rodillas para que me tomes en serio?-
El muchacho suspiró pesadamente y comenzó a levantarse.
-Yanny...- Lo tomó de la mano para detenerlo. -Por favor.-
-Por favor qué?!- Soltó su mano de una sacudida, perdiendo la compostura por primera vez.
El chico se resbaló cuando se rompió ese punto de contacto, su posición ya precaria sobre el banco, el cambio en el centro de gravedad lo dejó en el piso.
No hizo intento alguno por levantarse, apenas cambió la posición para quedar casi de rodillas.
El muchacho ni amagó a ayudarlo. El chico se mantuvo cabizbajo, incapaz de afrontar la mirada que seguramente estaba recibiendo, su vista completamente enfocada en las lágrimas que cayeron contra la tierra. Simplemente se quedaron en ese impasse hasta que habló de nuevo. -Me seguís pidiendo hablar pero qué querés realmente? Porque ya te dejé más que claro cómo son las cosas de mi lado.-
-Por favor...- su voz estaba completamente arruinada. -No-- no sé cómo hacer esto, perdón. Pero-- pero te juro voy a hacer lo que sea que me pidas.- Un sollozo convulsionó su cuerpo. -Ya sé que esto es lo mínimo que me merezco y que no me- que dijiste que no querés nada conmigo. Te juro-- No tiene que ser- ser así cómo pensás. Voy a hacer lo que quieras. Voy a conformarme con cualquier cosa que me des. Nada más-- Por favor, no me dejes así. No de nuevo.-
La única respuesta que recibió después de unos largos segundos en lo que temió que el muchacho ya se había ido— fue otro pesado suspiro.
-Dale, levantate.- dijo con algo similar a vergüenza, indistintamente ajena o propia. -No soporto verte así, y él tampoco.- Hizo un pequeño gesto con la cabeza al espacio vacío a su lado.
Se prácticamente arrastró hasta volver a subirse al banco. El muchacho se sentó a su lado sin mirarlo, y tomó el cigarrillo que había quedado entre ellos. Le dio una larga pitada que mantuvo por más tiempo del necesario y lo volvió a dejar, cruzado de brazos para evitar cualquier tipo de contacto de nuevo.
La respiración forzosa del chico mientras intentaba recuperarse y dejar de llorar fue interrumpida por las risas de un grupo de adolescentes cortando camino por el parque detrás de ellos y los pokemon que espantaron, un corte momentáneo a esa atmósfera que los dejó aún más incómodos ante la invasión de su espacio. Una vez que se alejaron, el silencio regresó, cargando todo a sus espaldas.
El chico se pasó una manga por la cara. -Nada más... quiero hacer las cosas bien por una vez.-
-Seguro. Si te lo permitieras.-
-No es tan simple, vos pudiste irte.-
-Vos también podrías.- quiso sonar cortante, pero un dejo de emoción en su rostro lo traicionaba.
-No... Sabés que no puedo, sabés cómo son las cosas en casa...- habló más suave, casi con miedo, -y encima... nunca me supe manejar sólo, mirá cómo terminé...-
-Basta. Sos una de las pocas personas que sabe tu profesión, podrías ejercer donde quieras.-
-Soy una de las pocas en este pueblo de mierda.- lo corrigió, algo frustrado. -Te creés que en Lumiose no debe haber banda de mecánicos diez veces más capacitados que yo? Acá por lo menos tengo clientela asegurada.-
-Preferís seguir con lo mismo que venís desde que te conocí antes que arriesgarte?- preguntó con voz más comprensiva pero sin desistir. -Alan, nada va a cambiar hasta que no te vayas de acá, ambos lo sabemos.-
-Vos no sabés nada.- su tono se desbordó de nuevo. -Solo porque sos tan especial,- remarcó la palabra con veneno, -no significa que puedas ir por ahí haciéndole creer al resto de la gente que puede ser diferente también. Algunos de nosotros no tenemos esos trucos, lo que ves es lo que hay. Sé que me voy a morir en el mismo agujero que nací, y a esta edad tengo que empezar a aceptarlo.- finalizó, chorreando disgusto.
El muchacho pasó una mano por su pelo, buscando una respuesta acorde. -Podrías... No sé, hacer de taxi, allá es re común eso. Ya no somos pendejos... Si yo pude irme en su moment--
-Me abandonaste, como todos.- No pudo esconder el dolor en la rabia. -Además vos podías volver a pedirle ayuda a tus papis cuando quisieras. No podría hacerle eso a mi vieja ya. Si yo no estoy de por medio... andá a saber qué haría.-
-Y si estás de por medio se va a seguir descargando con vos.- insistió. -Íbamos a hablar en serio, no? Vos, yo, nuestros viejos— Somos responsables de nosotros mismos ya.-
-Dijiste que me ibas a ayudar.-
Pareció desinflarse al escuchar eso. Tomó aire y miró sus manos, dándose cuenta que había cerrado los puños con tanta fuerza que se había marcado las uñas en las palmas. -Estuve pensando... y creo que ya me di cuenta del problema.- murmuró, casi como si estuviera hablando a sí mismo. -No querés que te ayude realmente, porque lo que querés no es que te perdone... Querés que te castigue. Y eso es algo que tampoco te puedo dar.-
El chico abrió la boca para decir algo pero pareció arrepentirse. -Perdón. Te juro que va a ser la última vez que te llame así.-
-Sí, va a tener que ser la última. Mañana tengo que viajar por el laburo, no sé cuánto tiempo...- Sacudió la cabeza. -Y cuando vuelva, te pido por favor que no me llames de nuevo.-
-Yanny...- Abrió las manos casi como una plegaria. -Quiero ser la persona que veías en mí, pero no sé cómo. Necesito más tiempo.-
-Te di esa oportunidad.- respondió tajante esta vez. -Te di más oportunidades de las que querías incluso. Pero...- se encogió de hombros, -tenías razón, nunca se trató de mí.-
-E-está bien,- el temblor en su voz amenazó con quebrarla de nuevo, -perdón, está bien? Perdón por todo lo que te hice, fuiste lo único bueno que tuve en mi vida y lo arruiné, como todo. Eso querías escuchar? Que soy un pelotudo y te necesito, porque no sé cómo vivir desde que te fuiste? Perdón, por favor.-
El muchacho se volteó, sus labios apretados en algo casi similar a una sonrisa, y el chico le devolvió el gesto tímidamente antes de notar la sombra en su expresión.
-Tan imbécil pensás que soy?- Se levantó más decidido y esta vez el pelirrojo no hizo intento de detenerlo. -Sabés por qué me fui? No por las amenazas de Kevin, no, lo que más miedo me daba... era saber que si te veía todos los días, me iba a arrepentir. Iba a ser de nuevo yo el que te pidiera perdón a vos... Eso es un modo de morir también, no? Era demasiado irónico, volverme otro de tus fantasmas.- Fijó la vista en el espacio vacío a su lado, en esa figura invisible.
-Podés dejar de echármelo en cara?- Tiró el cigarrillo al suelo y lo pisó para apagarlo, incapaz de seguir sosteniéndolo por cómo le temblaban las manos. -Nunca quise que terminara así.-
Tragó con fuerza para que sus próximas palabras sonaran firmes. -Como sea.- Apenas se dio vuelta a mirarlo de reojo. -Yo ya hice mi parte. Pensé hasta el hartazgo cada cosa que salió mal, pero vos... Cómo fue eso que me dijiste, cuando te enteraste que me iba?- El pelirrojo levantó la vista del suelo con una expresión que conocía demasiado bien, enfado que a la vez rogaba compasión. Como una criatura herida y acorralada. -"Claramente no te importaba tanto como a mí."- Ambos volvieron a apartar la mirada. -Te pensás que fue tan fácil para mí? No conecté el teléfono por dos meses después de mudarme.- admitió.
Pasaron unos segundos antes de que el chico se atreviera a hablar. -...Es muy tarde, no?- murmuró sonando arrepentido.
-Para nosotros? Sí, ni lo deberías haber pensado, no era el punto de todo esto.- Agarró su mochila del banco y arrancó un pedazo de papel de una libreta que sacó de adentro. -Pero para vos, no.- El chico lo aceptó algo confundido, era un número de teléfono. -Tenés hasta fin de mes para decidirte por una ciudad y llamarlos, te van a ayudar a conseguir algún lugar donde vivir que puedas pagar. No serán los mejores departamentos pero dudo que te moleste.- le explicó. Después de un momento agregó: -Feliz cumple.-
-Ah.- Sonrió a medias. -Pensé que te habías olvidado.-
-Mi memoria no es tan mala como decías.- Se encogió de hombros en actitud menos seria. -Ya sé que no va a arreglar todo, pero sería un paso al menos.-
Enroscó el papel entre sus dedos con un movimiento ya instintivo, mientras consideraba sus palabras. -Entonces... por qué estás haciendo esto por mí?-
-Por qué no?- Lo hizo sonar como algo completamente obvio. -Ya no te culpo Alan, realmente quiero lo mejor para vos... Y sí, lo merecés, tenés que entender eso de una vez. Nunca te pedí nada y no voy a empezar ahora, pero...- Puso una mano en su hombro hasta que el chico se animó a mirarlo. -Hacenos un favor a los dos y... aprendé a ser feliz.-
Le volvió a sonreír pero esta vez no había ninguna malicia en la expresión, y se marchó.